EPILEPSIA A TRAVÉS DEL
TIEMPO

Epilepsia
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Epilepsia

La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos crónicos más antiguos de la historia, así lo demuestran registros que se remontan al año 4000 a.C., en los que ya se describían sus característicos síntomas y manifestaciones.

En la antigua Mesopotamia, cultura que floreció en el actual territorio de Siria e Irak, la epilepsia era conocida como la “enfermedad sagrada” (morbus sacer) y se le relacionaba con el dios de la Luna. Fue hasta el año 400 a.C. que Hipócrates, padre de la medicina, cuestionó el origen sagrado de la enfermedad y prefirió nombrarla “gran enfermedad”.

Por aquel entonces también se le denominó “morbus herculeus” (enfermedad hercúlea), en franca referencia a la fuerza que desarrollaban los epilépticos durante un ataque, comparable con la del héroe mitológico Hércules. En la Antigua Roma se le conocía como “enfermedad de los comicios” (morbus comitialis), debido a que dichos comicios romanos eran suspendidos si alguno de los miembros sufría de convulsiones derivadas de la epilepsia.

Fue a principios de la era cristiana que este padecimiento fue considerado producto de una posesión; es decir, la persona era víctima de un poder sobrenatural ante el cual se doblegaba. Las manifestaciones de esta “posesión” iban desde convulsiones generalizadas con pérdida de la conciencia hasta un estado de inspiración extrema. No en vano en este período abundaron los trances proféticos en personajes que supuestamente recibían mensajes divinos.

Más adelante, con la expansión comercial de Roma, Persia y los pueblos árabes, el continente europeo se colmó de nuevas deidades. Bajo el dominio de la ideología imperante en la Iglesia católica, a los pacientes epilépticos se les relacionó con asuntos demoníacos.

Cabe mencionar que desde sus primeros registros, la concepción divina, mágica o demoníaca de la epilepsia predominó hasta iniciado el siglo XIX, época de oro de la neurología occidental que dio un impulso definitivo al estudio científico de las epilepsias.

Mientras tanto, en el otro lado del mundo, concretamente en el México prehispánico, la epilepsia era entendida como un desmayo ocasionado por una fuerte opresión en el corazón, de ahí su nombre: yolpapatzmiquiliztli (corazón muerto).

Para el año 1552 el conocimiento sobre esta enfermedad en la Nueva España era descrito en el Códice Badiano, donde se distinguían dos formas de crisis epilépticas: Huapauzliztli (epilepsia tipo gran mal) e Hihixcayotl (crisis mioclónicas). En el mismo códice se añadieron tratamientos que consistían en un mejunje elaborado con “piedrecillas que se hallan en el buche del halcón; la raíz del cuerno de venado, incienso blanco, cabello de muerto y carne de topo encerrado en una olla bien molido en agua caliente”, que debía ser bebido hasta provocar el vómito.

Hoy, a miles de años de distancia y con sociedades más informadas, el temor, la incomprensión, discriminación y estigmatización hacia las personas con epilepsia, prevalece en muchos países del mundo. Ante este panorama, informarse adecuadamente con los profesionales de la salud sobre esta enfermedad milenaria que afecta a 50 millones de personas en el planeta es más que urgente.