Si bien se le conoce como una vitamina, en la práctica la vitamina D es una hormona, ya que es una sustancia que actúa como tal: se forma en un lugar específico, se reparte por las vías circulatorias, llega a distintos órganos, se junta con un receptor de vitamina D y ese receptor produce un cambio en la célula en que está actuando.
Se trata de un derivado directo del sol. Se forma en el riñón, cuando la luz solar directa convierte una sustancia química de la piel en una forma activa de la vitamina D (denominada calciferol).Por tanto, el 95% de ésta la recibimos de la luz solar, específicamente, de la radiación ultravioleta; y el 5% restante de los alimentos, en especial, de los peces.
El Dr. Carlos Rencoret explica que esta hormona resulta esencial para el control y regulación del sistema óseo, debido a que su principal función es la absorción de calcio y fósforo a nivel intestinal, que permite que el calcio entre a la sangre y permite su entrada al hueso, renovando el tejido óseo, permitiendo una adecuada mineralización ósea.
Si bien esta función es importante para hombres y mujeres, el especialista sostiene que esta hormona es aún más fundamental para ellas, sobre todo en la menopausia, en que aumenta claramente el riesgo de padecer osteopenia y osteoporosis. “Las mujeres cerca de los 50 dejan de producir hormonas y comienza una masiva destrucción ósea, que debe ser recuperada con dosis de calcio y vitamina D de manera conjunta; solo así el calcio se absorberá y podrá entrar al hueso”, sostiene.