Es una enfermedad mental grave; se caracteriza por distorsiones fundamentales y típicas de la percepción, del pensamiento y de las emociones. Así, las personas que la padecen pueden escuchar voces imaginarias o pensar que otras personas le quieren hacer daño y a veces sus palabras no tienen coherencia; Lo que dificulta mantener un trabajo o cuidarse de sí mismo, al tener la dificultad de distinguir entre lo que es real y lo que es imaginario.
Las causas que la originan no son claras aún, sin embargo, se cree que hay causas genéticas/hereditarias, algunos desequilibrios en sustancias químicas dentro del cerebro e incluso posibles infecciones virales o trastornos del sistema de defensa. Los síntomas aparecen a finales de la adolescencia y su pronóstico dependerá de la severidad de los síntomas y de la respuesta al tratamiento farmacológico.
Es una enfermedad no curable, pero si controlable por lo que el manejo debe ser realizado por un médico entrenado y especialista en el tratamiento de salud mental; para establecer el mejor tratamiento con fármacos denominados antisicóticos que pueden ser convencionales que tratan los síntomas positivos como las alucinaciones ilusiones y confusión ; y los antisicóticos de última generación también denominados como atípicos que tratan tanto los síntomas positivos y los negativos (apatía extrema, alienación social, falta de motivación, falta de respuesta emocional) además de tener menos efectos adversos.